Lo conocí en un chat. Sí, estamos hablando del 2003, más o menos. Lo conocí en un chat, y nos caímos bien enseguida. Hablamos 15 días, todos los días, toda la noche, casi. Me pidió mi teléfono (de línea) y se lo pase. Empezamos a hablar por teléfono y me enamoró. Hablábamos por horas, de todo. Me invitó a tomar algo unas 20, 25 veces. A todas le dije que no, que me daba vergüenza, que tenía mucho trabajo, no sé. Tampoco sé por qué me seguía llamando, religiosamente, todos los días a la misma hora. Hablamos por teléfono 6 meses. ¡Sí, 6 meses! Hasta que me convenció de tomar una cerveza un viernes a la noche. Fui. Los nervios me mataban, la transpiración me ponía incómoda, no sabía qué hacer, me quería ir. De repente, lo veo venir caminando. Era él. Igual a todas las fotos que tenía almacenadas con amor en una carpetita de la pc. Me vio y sonrió. Una sonrisa enorme. Me quedé helada. Llegó hasta mí, me abrazó, me levantó, me hizo dar una vuelta y me apoyo en el suelo. Me dio un beso. Uno largo, hermoso… y me dijo en el oído: te amo, y no me importa más nada.
Hoy cumplimos 7 años de casados, y todavía lo amo como en ese primer beso.
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